viernes, 4 de febrero de 2011

Global Village

Parece mentira: lleva abierto desde el 10 de Noviembre y ayer estaba HASTA ARRIBA.

Es gracioso porque nada más salir del aparcamiento (que es bastante grande y como aparques lejos estás apañado) hay una pequeña calle que te lleva a la entrada del recinto y unos hombres en rickshaw que te ofrecen un mini-viaje rápido a la puerta principal por sólo 5 dirhams - un euro, aproximadamente-. Si tenemos en cuenta que se trata de unos pocos y escasos metros, la cosa sale cara, pero sigue teniendo su aquel montar en uno de esos cacharros.


Después de pagar el ticket de acceso -10 dirhams- entramos y lo primero que vemos es un puesto con un montón de escudos del Real Madrid y el Barcelona. ¡Pero hombre!, ¡¿donde está aquí el exotismo!?. El día menos pensado me veo a un palestino bailando la dabka con una bufanda del atleti en vez de la kufiya pertinente.

El sitio es grande, lo recorre un canal por el que desfilan unas barcas chulísimas llevando gente arriba y abajo, y todo está decorado con luces. Hay puestos de comida cada pocos metros, espectáculos al aire libre y pabellones de los diferentes países participantes vendiendo prácticamente de todo, aunque algunos son conocidos por algo en particular, como el de Palestina por la comida, el de Yemen por la miel, el del Líbano por los perfumes o el de Jordania por los productos de belleza, principalmente del Mar Muerto.



Pasamos el puentecito al otro lado del canal y nos vamos derechos a Palestina, como no podía ser menos. ¡Madre mía, qué falafel! de lo mejorcito que he probado últimamente, y eso que lo último que comí no fue en España -donde ya he desistido de seguir probando- sino en Jerusalén. Con razón se llamaba el puesto "El Rey del Falafel".



El hombre que lo preparaba iba a una velocidad que ni spirygonzalez.

"Qué, ¿crees que alcanzarás esa velocidad?", me pregunta Lutfi haciendo la gracia. Le contesto que el cacharrito para darle forma a la bola no es el mismo que el que compramos el otro día, así que no es justo comparar.

El Spirygonzalez del falafel nos mira, dice algo y de inmediato los dos se ponen a hablar. Da por supuesto que yo hablo árabe y la verdad es que no estoy pillando ni papa. Ya Lutfi le dice que soy de España y el hombre se pone tan contento: resulta que su mujer siempre ha querido ir. Seguimos la conversación, Lutfi traduciendo y respondiendo a una batería de preguntas varias: No, vivimos aquí, en Dubai. Sí, he estado en España; sí, ella también ha venido a Palestina, ¡cinco veces!

¿En serio? -contesta el hombre- ¡No me digas! Helwa!! - y me planta otra sonrisa.

 Casi me dan ganas de invitarle a España y todo, ¡pero qué salao!.


Después de un rato pagamos y escucho "arba". Mmmm...

- Habibi, cuánto ha costado esto?
- 16 Dirhams
- Pero si yo he escuchado 4!
- Claro, porque ha dicho que la vuelta son 4 dirhams.

Jo. Es lo que tiene pillar palabras sueltas: que te enteras a medias.


Probamos cremas, perfumes y frutos secos, pero lo mejor viene cuando aparecemos en Yemen. Nada más asomar la cabeza, ya hay alguien que te está ofreciendo probar la miel que venden -y ¡a qué precios, por cierto!-.




Yo no hacía más que acordarme de mi padre y pensar en lo que iba a disfrutar en este sitio. Yo, que nunca me ha gustado mucho la miel -ni mucho, ni poco, la verdad- no hacía más que llevarme cucharillas y más cucharillas a la boca: mieles para todos los gustos, y tengo que decir, en hornor a la verdad, que en la mayor parte de los casos ¡estaba buenísima!.







La primera que probé me recordó a la jalea real que tomaba de pequeña mmmmmmmmmmmmmmm eso sí que está bueno. Pero la mejor parte es cuando oigo que Lutfi me dice "mira, ésta es para casados". Le miro con cara de "me estás vacilando, no?" y cuando miro, veo dos tarros más allá, que lo pone en inglés, añadiendo el "sólo". No me lo puedo creer. Nos entra la risa al verlo y más aún cuando el hombre del puesto le pregunta que si está casado y al decirle que sí,¡¡ nos da una cucharita a cada uno!! Pero madre mía, aquello no hay quien lo tome. Al menos yo no lo compraría, ¡qué sabor!.



Bueno, pues comimos miel para tres días. Era pasar por un puesto, y tener ya las cucharillas preparadas. Y no te ofrecían sólo de un tipo, no, ¡te daban dos o tres! y si pedías probar otras, pues otras te daban a probar. Ya terminamos por salir corriendo de allí. Menudo complejo de Winnie the Pooh me entró.

Nos fuimos directos al puesto de kenafa. No hay nada como la kenafa. Y ésta ha sido la mejor que he probado en Dubai por el momento.









En el pabellón de Egipto vimos la cara de cierto personaje que, con un poco de suerte, va a dejar de estar colgado en las paredes muy pronto...

  ¿Os suena?


Y ya aprovechamos para escribir nuestros nombres en jeroglífico en un puesto donde vendían desde cuadros de caligrafía, a alfombras para el salón y accesorios de baño.






Pero lo mejor de la feria es que te da diferentes opciones para vestir.

Si resulta que ser conservadora no va contigo y con este conjunto floral no te ves muy mona...



... pues siempre puedes optar por algo más sugerente...





 También tuvimos tiempo de ver The Emirati Band. 

No sé qué tendrá este baile, pero a mí me chifla.

Hubo incluso un espontáneo que se animó y se puso a bailar, vara en mano, como si fuese uno más... hasta que el organizador le vio y le invitó amablemente a irse, claro.










¡Merece la pena la visita!

3 comentarios:

  1. Cuando vaya a Dubai...quiero que me lleves al desierto y aquí!!! (espero que siga cuando vaya!)

    me encanta el baile!!! jijiji

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  2. Me encanta el BLOG!!!!!!!!!!!!! te veo feliiiiiiiiiiiiiz!!!!!!!!!!!! :)

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  3. Leti, ya te estás dando prisa, que termina el 28 de este mes!! Corre, corre.

    Sonia: no se está mal por aquí, la verdad ;)

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