¡Feliz Semana Santa! Aunque siendo ya domingo, toca a su fin. ¿Quizá sea más apropiado decir Feliz Domingo de Resurrección?

Esta mañana nos lo hemos pasado en grande en la escuela. Hemos pintado unas orejitas de conejo de Pascua y nos hemos dedicado a saltar por todo el patio con ellas en la cabeza, mientras íbamos camino del SÚPER HUEVO DE CHOCOLATE GIGANTE. 

Cuando ha llegado el momento de abrir el huevo, mi jefa va... y me da ¡un boli! Y yo ah, muy bien, ¿y qué hago con esto? ¿escribo un poema sobre el chocolate negro?. A falta de cuchillo, buenos son bolígrafos, parece. Así que aquí servidora ha tenido que abrir un mega huevo gigante haciendo pequeños agujeros en la capa de fuera con un boli de propaganda. Y ha funcionado. Después de tres agujeritos, he podido meter la mano y romper el resto para que los niños pudieran coger los chocolates que había dentro. La verdad es que es la primera vez en mi vida que tengo algo así; en España nunca lo hemos celebrado con este tipo de mega figuras. 

Y mientras yo me debatía con el boli y el chocolate, rodeada de 120 niños saltando arriba y abajo, ¡oh, milagro! ¡¡se ha puesto a llover!! Y es que parece que tengo un don con esto de la lluvia: cada vez que mi clase tiene cualquier tipo de fiesta fuera, en el patio, las gotas comienzan a caer del cielo. Yo ya le he dicho a mi padre: la próxima vez que haya sequía en León, en vez de sacar los Pendones en procesión, que llamen a mí, que me traigo a mis niños ¡y ya verán cómo llueve!.

¡Felices vacaciones!