La única vez que me he puesto a dieta de forma seria fue cuando alcancé los oh-Dios-mío 68kg. Nunca he creído en las dietas milagro, especialmente cuando se acerca el verano y todo el mundo se pone nervioso porque no entra en el bikini. Así que me fui directamente al médico y le dije: oiga usted... quisiera adelgazar.
Funcionó. Sobre todo cuando además de la dieta de 1.500 kcal y ejercicio moderado, dejé de trabajar en la escuela infantil que me traía por la calle de la amargura. Menos estrés = menos ansiedad = menos comer como si las reservas del Mercadona se fueran a terminar.
Estoy convencida de que tener curvas es sano y de que estar como un palillo quizá no lo sea tanto: todo depende de la alimentación que sigas, y ahí entra la educación que, tristemente, no recibimos durante la mayor parte de nuestra vida. Sí, recuerdo la pirámide de alimentos diciendo qué se tiene que tomar a diario, qué se puede comer ocasionalmente y qué es mejor evitar. Vale. Pero ¿dónde queda el aprendizaje de confeccionar menús? ¿recetas para una dieta variada? ¿consejos sobre cómo evitar la comida basura en este mundo de prisas en el que vivimos?. Y sobre todo, ¿ejemplos a seguir? ¿actividades que desarrollen el gusto por la comida sana?.
No estamos concienciados, ese es el problema; un problema que normalmente no vemos -o hacemos como que no vemos- mientras decimos "si total, por hoy...". Lo más preocupante es que cuando nos damos cuenta y decidimos hacer algo al respecto, tomamos la perspectiva -según yo- equivocada: para nosotros es un problema de imagen y no de salud (y recordemos que salud no es solamente la falta de enfermedad, ¿verdad, querida OMS?).
Todo esto, para contaros que parte de las féminas de mi familia se han lanzado a la dieta Dukan y después de ver sus progresos, me he preguntado ¿y por qué yo no?. Así que he me he hecho con el libro -adivinad cómo, ahem- y me he puesto a leerlo para ver si me hacía una idea de mi plan.
Básicamente, para perder los 2 kg que quiero, tengo que estar 2 días en fase de ataque (después de ver ayer Ironclad, la imagen del castillo derrumbándose viene una y otra vez a mi mente cada vez que leo esto), 15 días de crucero (¿Vacaciones en el mar?) y 22 de consolidación (parte final de la lección de Inglés en el libro de texto).
Teniendo en cuenta que mi marido ha dicho que dieta, sí, tururú, me he intentado convencer de que puedo estar dos días a base de proteínas y obviando los tomatitos, pepinos y el pan libanés que habitualmente comemos.
Determinación, Carmen, determinación: hoy, pechuguitas de pollo a la plancha, ¿sí?.
Vale.
Buscando recetas para añadir un poco de variedad (comer sólo carne sin salsas ni acompañamientos me parece rutinario y tedioso) he terminado en esta web:
Y adivinad qué: ¡se puede comer flan! Así que me he decidido a tener flan de postre hoy... solo que ¿dónde está el edulcorante líquido? En el spinneys a 15 minutos de mi casa. Pfff qué fastidio. ¿Voy o no voy a comprarlo?.
Como estaba un poco perezosa, me he dicho vamos a mirar más recetas de postres, a ver si hay algo que puedas cocinar sin necesidad de ir a comprar los ingredientes. Y claro: que si tarta de queso, que si quiche, que si no sé qué, que si no sé cuál... me ha entrado un hambre tremenda.
Resiste, Carmen, resiste.
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Imposible. El flan, con azúcar: se acabó el dilema.
Mientras lo preparaba, he empezado a pensar en un pan tostadito con mantequilla y mermelada... mmm.... aaaaahhh!!! pero ¿por qué está el tostador justo encima del microondas?.
Entre batir los huevos y calentar la leche, me he preparado dos tostadas.
Ya te has cargado el primer día de dieta.
Pues ya que estamos, ¿le ponemos caramelo al asunto? Venga, caramelo para el flan.
Ayyy. La carne es débil, si ya lo decía no sé quién.
En resumidas cuentas:
Aquí Miss Carmen (como me llaman los niños de la escuela y el conductor del autobús) tiene un flan en el microondas, dos tostadas en el estómago y la dieta, para mañana.
